Luis Moreno Buj 26.07.2018 | Levante-Emv
El patrimonio de mayor valor con el que cuentan las cooperativas vinícolas son las parcelas que se encuentran en las zonas más pobres de su territorio, que no se han renovado precisamente por su baja rentabilidad, con cepas muy viejas, en ocasiones de varietales minoritarias o con clones poco productivos difíciles de encontrar. Sus propietarios son personas de avanzada edad sin relevo generacional o bien sus descendientes se dedican a otra actividad profesional. Sin embargo, hay jóvenes viticultores que afirman con rotundidad que las cooperativas deberían ser las bodegas que elaboraran los mejores vinos de parcela, precisamente por controlar los viñedos con mayor potencial de calidad. Existen algunos casos que apuntan en este sentido y en un futuro próximo veremos aparecer algunos más.
La Cooperativa San Pedro Apóstol, de Moixent, en la comarca de La Costera, al sur de la provincia de Valencia, cuenta con un importante activo de viñas viejas en vaso y en secano. Están plantadas principalmente con Monastrell además de las minoritarias Arcos, Mandó, Bonicaire, Cariñena, Forcallà, Pedro Ximénez, Malvasía y Merseguera. Después de un año desde que Pablo Calatayud y su equipo se hiciesen cargo de la dirección técnica y la gestión comercial de la entidad han ido saliendo al mercado los nuevos vinos. Primero fueron los SantPere, Blanc y Negre, y hace un mes, en la Noche del Vino de Valencia, presentaron un tercero, el nuevo Sant Pere Vinyes Velles Blanc que viene a confirmar la estela ascendente de la trayectoria que ha tomado la bodega.
Está hecho con Pedro Ximénez (70%), una varietal tradicional de la zona con viñedos de más de 70 años. Sus vinos tienen moderada acidez pero dan volumen en el paladar por el glicerol. Completan las Macabeo (20%) y Malvasía, esta última de ciclo largo y buena acidez. Pocos son los enólogos que tienen la experiencia y se atreven a fermentar vinos blancos con levaduras autóctonas, no industriales, pero nos aseguran que «si la uva está perfectamente sana y cultivada sin pesticidas que hayan afectado al equilibrio natural de las micro flora y fauna del viñedo no tiene por qué haber ningún problema en el vino y éste consigue mayor personalidad». Los mostos fermentan con las levaduras ambientales y permanecen ocho meses en depósitos tradicionales de hormigón, la bodega no tiene ni uno solo de acero inoxidable. Con posterioridad los vinos se ensamblan con una parte del Pedro Ximénez fermentado y criado en barricas de roble francés y americano.
El SantPere Vinyes Velles Blanc 2017 es de color amarillo pajizo, con densa lágrima. De aroma intenso que recuerda la reciente crianza, con aromas a corteza de pan de horno de leña, sobre un fondo frutal de manzanas verdes y melocotones. Tiene volumen en el paladar, es potente, sedoso, graso, equilibrado, amargoso. Un vino muy gastronómico, de aire distraídamente informal, que acompañará una mesa bien dispuesta y combinará con ahumados, calderetas de mariscos, pepitorias, gazpachos… ¡Que llegue el otoño ya!